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The age of blue jeans and empty pockets

Autores: Luis Gavinha y Mar Marín


Si buscáramos la palabra foráneo en el diccionario, probablemente presentaría esta descripción: adj. valiente, aventado, amante del ramen exprés; que proviene de otro lugar. Así se considera él. A los 17 años decidió aventurarse y salir de su casa. Le dijo adiós a la sopita huevona de su mamá y comenzó la búsqueda de roomies que aliviarán los suspiros de su cartera al final de la semana. Mateo Montalvo, originario del ejido de San Miguel Emenguaro —en el municipio de Salvatierra, Guanajuato— llegó a la ciudad de Querétaro hace cinco años. Él se une al transitar de 3 mil alumnos forasteros que ingresan cada año a las universidades que actualmente conforman el 30% de la población estudiantil de la capital queretana. 


Para aquellos que no han tenido la fortuna o maldición de ser foráneos, Mauricio Mandujano expone que una de las mejores experiencias es la gran oportunidad para disfrutar al máximo de la libertad. No hay horas de llegada ni permisos. Parece que los límites se pintan solos. Todo parece perfecto; hasta que se dan cuenta de que están en una ciudad que no conocen, solos y sin recursos. Como diría el tío Ben: “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Desde el momento en el que los foráneos deciden cursar sus estudios universitarios fuera de la calidez de su terruño, se enfrentan a una serie de retos en una ciudad desconocida. 


En datos de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), uno de cada seis alumnos en las universidades queretanas es foráneo. Esto es evidente ante los datos de ANUIES, la cual expresa que, la disponibilidad de planteles universitarios no es homogénea en todos los estados de nuestro país. Por lo que, las condiciones para estudiar una carrera universitaria se complican. Este hecho obliga a los jóvenes a trasladarse fuera de sus comunidades de origen para seguir estudiando y, en el caso particular del Estado de Querétaro, conformando parte de las diez entidades que recibe más alumnos provenientes de Guanajuato, Estado de México, Hidalgo, y Michoacán.


Ser estudiante foráneo es un estilo de vida que se disfruta y se odia por momentos. Raphaela Cáceres retrata este sentir. “Está chido hasta que te enfermas. Al principio, tenía clase de 7 am, y salía hasta tarde. Mi vida parecía no tener sentido porque yo solo quería que mi mamá me cuidara y me consintiera”. La estudiante boliviana presenta uno de los grandes retos a los que se enfrentan en su vida universitaria. En contraposición, la libertad se muestra como uno de los principales factores para buscar una oportunidad fuera de casa. 


“Lo que más me gusta de ser foráneo es que puedo vivir mi vida con libertad sin ningún tipo de ataduras hacia mis padres… bueno, hasta que ya no hay comida en el refrigerador”. Mateo Montalvo explica al preguntarle qué siente al vivir fuera de casa de sus padres. “Pero no todo está perdido. Hay bastantes opciones: huevos, huevos con salchicha, huevos estrellados, omelette de huevos, huevos en caldo…”. Los foráneos son estudiantes que subsisten con pocos recursos ya que, en promedio su presupuesto no supera los 700 pesos semanales. Esto restringe una larga lista de alimentos y artículos de su despensa. “Yo casi siempre me quedo sin dinero, así que procuro evitar salir”: señala José Luis Paredes, estudiante proveniente de Hidalgo. 


Para otros, como Carlos Jiménez, la experiencia fue diferente. Ciertamente, con el sobrepeso a la vuelta de la esquina. “Al llegar a Querétaro quise aprovechar y comer toda la comida chatarra que mis papás no me dejaban. Solo puedo decir que McDonald’s, Burger King y Costco dejaron de ser mis mejores amigos por un rato”. Para los alumnos foráneos se convierte en un reto tener una dieta balanceada, la cual finalmente ayudará en el rendimiento intelectual del estudiante. 


El estado de Querétaro ocupa el lugar número cinco en el ranking de ciudades universitarias de acuerdo con su costo de vida, y el primer lugar en el alto costo de una chela. ¡Hay que pagar $40.3 pesos! ¿de qué son, de oro? ¿vuela o qué? Este es uno de los tantos gustos que los estudiantes foráneos se debaten entre darse o no. “A veces tomo, pero casi no. Aunque no me importa quedarme sin dinero, disfruto la vida loca”: ríe José Luis, mientras expone que le gusta dar el rol por Avenida Universidad, el Cerro de las Campanas y el Centro Histórico como alternativas de entretenimiento gratuito. 


Desafortunadamente salir a caminar la ciudad no siempre es posible. En promedio, los estudiantes universitarios invierten siete horas al día en su Alma Máter. En muchas ocasiones, los estudiantes foráneos deben obtener un promedio mínimo para mantener su beca. Desveladas, baños de agua fría y litros de café de maquinita son las gemas del infinito necesarias para sacar las entregas y proyectos cada parcial. Prueba de ello es Miguel Rocha —estudiante de Arquitectura— quien, sí sabe de algo es de desveladas para entregar un proyecto bien hecho. “Aprendí a ser más responsable”, anuncia con orgullo Miguel. Él es el claro ejemplo de cómo las situaciones académicas, profesionales y personales fuera de casa moldean el carácter de los estudiantes foráneos.


Ser foráneo es ser parte de una comunidad que apoya y que sabe que los nuevos integrantes necesitan de apoyo. Mauricio Mandujano, quién está a punto de graduarse, reflexiona que recién llegado de Florida no conocía a nadie. De no ser por sus roomies —uno ecuatoriano y otro hondureño— no hubiera podido sentirse en paz al llegar a su departamento. Entre los tres se acompañaron en el proceso de adaptación de esta ciudad y etapa de vida. 


Igualmente, Mara Acuña —originaria de Hermosillo, Sonora— agradece a sus compañeros y profesores por ayudarla a formar parte de una comunidad en la que se siente segura y apoyada. Para un estudiante foráneo es imprescindible contar con estas redes de apoyo, dado que, les permite explorar y vivir tanto la universidad como la ciudad a la que llegan. 


Por más increíble que suene, existe un manual de supervivencia del estudiante foráneo en Querétaro elaborado por la página de comunicación social del Gobierno de México. Éste reúne las experiencias de estudiantes de otras localidades de la República Mexicana y del extranjero que han radicado temporalmente en la ciudad. Uno de los puntos claves de reunión que presenta el texto es el Centro Histórico de Querétaro. Éste, además de ser patrimonio de la ciudad y sus habitantes, cuenta con un particular diseño urbano que permite a las personas desplazarse de manera más ágil. Su diseño es amigable con el peatón, es seguro y presenta una variedad de lugares que todo foráneo debe conocer. Sin duda, este nivel de accesibilidad ayuda a que las personas foráneas se sientan libres de poder caminar y explorar esta zona de la ciudad.  


Asimismo, otro de los grandes retos es el transporte. La mayoría de los foráneos no cuentan con automóvil propio, por lo que el medio para desplazarse en la ciudad es en bicicleta, el camión o a pie. Estos medios de transporte determinan que los foráneos vivan la ciudad de una forma más personal. Es decir, que la caminan, la huelan, la exploren y, la vivan de forma directa. “Recuerdo que lo primero que llamó mi atención al llegar a México fue el color y olor de sus mercados”, menciona Raphaela. “Caminé el centro durante horas y me impresioné de los sabores y saberes de las personas en este país”. 


La manera en que los foráneos viven estas nuevas experiencias permite que interactúen de una forma particular con la ciudad. Los foráneos viven en constante asombro y con la emoción que solo una cartera semi vacía puede dar; porque nada se compara a meterse por calles inexploradas o, caminar laberintos de puestos para degustar unos buenos tacos con la morralla que sobró del pasaje y las copias.

Los foráneos son personas que viven su vida como cuando te desabrochas el bra después de una fiesta. Y suspiras disfrutando esa libertad. Ellos buscan aprovechar al máximo sus oportunidades deseosos de aprender y conocer lo inexplorado. En su mayoría son responsables hacia sus comunidades. Consumen, apoyan los comercios locales dentro de sus vecindarios y, se solidarizan con los recién llegados. Las limitantes económicas no son un obstáculo significativo para disfrutar  la ciudad ya que lo mejor que ofrece para vivirla es gratis.


La adversidad de pararse en un lugar desconocido y ante una situación que nunca antes habían vivido forjan el carácter de las personas. Les fuerza a buscar soluciones con base en sus experiencias, los invita salir de su zona confort y, desarrolla la creatividad de éstas. La comunidad de estudiantes foráneos es basta y solidaria. Basta ver los ejemplos de José Luis, Mauricio, Raphaela, Maara, Miguel y Mateo. Todos sus integrantes han vivido cosas similares. Estas vivencias han generado mecanismos de ayuda a partir de las experiencias de quienes en el pasado durmieron en la biblioteca, se perdieron al tomar el autobús equivocado o, se quedaron sin un peso buscando un mejor futuro y contribuyendo a su comunidad. 


La ciudad transforma a quien le visita. Por ejemplo, Mateo aprendió a experimentar y explotar su creatividad con lo que tenga a la mano; Miguel aprendió a valerse por sí mismo y hacerse más responsable. Es la libertad de la que gozan los foráneos les permite interactuar con el espacio, su comunidad y apropiarse de la ciudad, como José Luis quien, hoy en día se mueve con total libertad como un queretano o, Carlos quien, dejó la comida chatarra de las cadenas transnacionales por la comida local —la cual le brindará más nutrientes que una Hamburguesa de MacRoñas—. Entonces, si buscáramos la palabra foráneo en el diccionario después de esto, ¿qué encontraríamos? 

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