Un golpe simulado con el brazo, doblado a la altura del hombro, no llega a tocarme. La sonrisa que se plasma en el rostro de mi contrincante, es el recibimiento del boxeador Juan Gabriel Sanjuanero.
Juanito, como gran parte de los presentes en el gimnasio le nombran al pasar, es el penúltimo en una línea de siete hermanos. Naturalmente, siendo el más pequeño de los varones, la pasión por los deportes fue heredada. Una pasión igualada por su destreza en la física y la matemática desde niño.
“Soy el físico-matemático que decidió ser boxeador”, bromea Juanito. La vida le lanzó un jab que no olvidará. Con una sonrisa al recordar su inicio en la formación física y el deporte, Juanito narra que al presentar los papeles de admisión para la Ingeniería en Procesos y Operaciones Industriales se enteró que la Licenciatura en Educación Física se abría por primera vez en Querétaro. No lo pensó dos veces.
Con más de 20 años de experiencia, su cartelera profesional encontró entre sus titulares al campeón mundial de la World Kick Boxing (WKC), Óscar “El Gladiador” Hernández. Con orgullo, Juanito narra la impresión que vivió en 2005 de haberle apoyado a ganar el título internacional.
Hoy en día, Juanito disfruta de entrenar a los jóvenes en las instalaciones deportivas del Tecnológico de Monterrey en Querétaro. Su paciencia, dedicación y profesionalidad se transmite al ver cómo ayuda a jóvenes —y no tan jóvenes— a mejorar su resistencia y salud a través del deporte.
“Me gusta formar y enseñar la disciplina. Eso es el box, una disciplina que es más que un deporte. Es mucho más que subir a romperse la cara con otro”.
Juanito sonríe y con esa última frase se despide caminando al ring para comenzar la clase.