Goretti
- Daniela Pérez
- 3 dic 2019
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 4 dic 2019
Goretti Espino tiene treinta y cuatro años. Trabaja en una cafetería de 08:00 a 17:30, y seguido de platicar eso, entra la queja sobre la explotación que vive. Nació en la Ciudad de México el 26 de marzo, un día y trece años antes que yo, y es Aries. Le gusta hablar del zodiaco y la compatibilidad que tienen unos signos con otros. No es católica ortodoxa, ya que la vida le ha dado uno que otro mal trago, pero le gusta creer en una deidad que le echa la mano de vez en cuando.
Se casó a mi edad precisamente para poder salirse de su casa. Ya estaba cansada del machismo de su mamá. Dice que "tiene tres hermanos y de los tres no se hace uno", y hace énfasis en que "los hizo bien inútiles". Pero al casarse se dio cuenta de que su marido no es mejor. Lo único que le agradece es que le ayudó a cumplir su sueño más grande: ser mamá. Tiene dos pequeñas, Sofi, de seis años y Vania, de once. Su relación con Sofi es más estrecha que con Vania, pues cree que ambas tienen el mismo temple.
De un tiempo para acá, Goretti encontró su pasión en las motos, pero no sabe manejarlas. Hace un año salía con Isaac, a quien considera el amor de su vida, pero tuvo un accidente manejando motocicleta y falleció. Desde entonces le da miedo subirse a una, pero poco a poco lo va enfrentando. Un sueño que tiene pendiente es el de comprarse su propia moto y aprender a manejarla para no depender de nadie. Pero no solo eso, también quiere su propia casa –pues por el momento vive con su papá–, y quizás su propio auto. No piensa trabajar toda la vida en una cafetería, ya está planeando emprender un negocio pequeño de gelish en su casa, solo después de poder llevar a las niñas a la playa en diciembre.
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