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Al ritmo de las cacerolas

Actualizado: 3 dic 2019

Autores: Pepe Espinosa, Daniela Pérez y Andrea López


En la mañana del 11 de septiembre de 2001, dos aviones se estrellaron contra las torres del World Trade Center en Nueva York, Estados Unidos. Desde ese momento, el 11 de septiembre quedó marcado para siempre en la conciencia colectiva de los estadounidenses, y del mundo. Pero para la historia de Chile, el 11 de septiembre quedó marcado desde 1973 con el asesinato del presidente Salvador Allende, y comienzo de la dictadura militar de Augusto Pinochet. Durante este período, miles de chilenos perdieron la vida, la libertad, y a muchos más se les violaron sus derechos. Esta dictadura represiva finalizó hace ya hace casi treinta años, pero sus efectos aún pueden percibirse. El 18 de octubre de 2019 se decretó un estado de emergencia por parte del presidente chileno Sebastián Piñera. Los militares salieron a la calle a controlar la situación entre los civiles inconformes con el gobierno, el cual se rige bajo una constitución creada durante la dictadura.

Las movilizaciones en Chile parecen no tener fin. En los últimos días, miles de personas han salido a protestar a cacerolazos; los más jóvenes con bailes y cantos, mientras que manifestantes extremos han recurrido al uso de violencia. Han quemado estaciones de transporte público, saqueado supermercados y han atacado a un número considerable de instalaciones públicas. Ante la incapacidad del gobierno para apaciguar el descontento social, se decretó oficialmente el estado de emergencia y se asignó un toque de queda. Al ser el país con la mejor economía y la democracia más estable de Latinoamérica, el resto del mundo jamás se hubiera imaginado ver revueltas y saqueos de tal magnitud en Chile. La población está decepcionada y enojada con la clase política. Las protestas son una fuerte llamada de atención para las élites: tienen que velar por las necesidades del pueblo.


Los salarios bajos, las tarifas del servicio de luz, de la gasolina, los altos precios de las medicinas y hasta la desigualdad social funcionaron como una olla exprés, que aumentaba tensión y descontento de los ciudadanos en Chile y solo esperaba estallar. El aumento al precio del metro fue el detonante de las protestas contra el gobierno, de parte de una sociedad que gastaría el 20% de su salario en transporte.


El derecho a la educación para todos se ha visto privado en Chile desde 1973 hasta la fecha, y la juventud chilena está consciente de ello. Por eso las protestas empezaron en el Instituto Nacional, desde hace semanas, con estudiantes que exigían aumentos a los recursos para los colegios y reformas al sistema educativo, el cual tampoco ha cambiado desde el fin de la dictadura. Los estudiantes en Chile componen una fuerza política capaz de causar grandes estragos en la opinión pública. Prueba de ello son las protestas ocurridas en 2006 y 2011. Como era de esperarse, en esta ocasión no fue la excepción. Fue el sector estudiantil quien, en forma de protesta ante el aumento del precio al transporte público, convocó a la población chilena a simplemente no pagar el boleto y saltarse el torniquete. Pocos días después, el movimiento se había esparcido tan rápidamente, que el sistema del metro se vio forzado a suspender el servicio.


Todo movimiento de protesta tiene un símbolo que, entre otras cosas, busca unir de alguna manera a sus integrantes. El símbolo puede ser tanto creado como adoptado de algún otro medio. En el caso de Chile, la sociedad civil ha utilizado a los personajes del popular programa 31 Minutos para expresar su descontento hacia el gobierno y los medios de comunicación.


El impacto cultural de estos personajes es de tal magnitud en Chile que funcionaron de manera efectiva como mecanismo de cohesión social. Entre ellos destaca el personaje Juan Carlos Bodoque, un periodista que, en el programa, realizaba reportajes, principalmente sobre temas ambientales, los cuales transmitían un mensaje de solidaridad y conciencia social a los televidentes. En las calles predominan las pancartas con su cara, acompañadas de algunas de frases célebres, como “jamás había visto tanta caca junta”, refiriéndose al gobierno, “hagan algo o los golpeo con mi guitarra”. O para expresar su decepción en los medios de comunicación, “el único periodista en el que puedo confiar”. Los creadores de la serie no tardaron en responder al fenómeno, y en demostrar su apoyo al movimiento. Los músicos del programa, Pablo Ilabaca y Camilo Salinas, salieron a las calles a protestar con sus instrumentos musicales. Finamente, el mismísimo Juan Carlos Bodoque salió a las calles en solidaridad con los protestantes. “Evadir, no pagar, otra forma de luchar” expresó en un video que fue publicado en redes sociales. “Soy Juan Carlos Bodoque, y me despido con estos maravillosos cacerolazos”.


Ciudades como Santiago, Valparaíso y Concepción llevan días casi completamente paralizadas. Los pocos supermercados y farmacias abiertos están faltos de suministros y desbordados, mientras que los servicios de transporte no dan abasto. Este viernes se sumaron los camioneros, con una movilización en contra del peaje (TAG) de las autopistas. Y lo hicieron bloqueando rutas y generando más caos. Después de una semana de protestas que han dejado 18 muertos y casi 6000 detenidos, el Gobierno chileno ha pedido a la ONU (Organización de las Naciones Unidas) que envíe una misión para investigar si se han producido violaciones de derechos humanos.


Tras esta petición, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos y expresidenta de Chile, Michelle Bachelet, anunció el envío de una misión de verificación al país para examinar las denuncias de violaciones de los derechos humanos: “Tras monitorear la crisis desde el comienzo, he decidido enviar una misión de verificación para examinar las denuncias de violaciones a los #DerechosHumanos en #Chile. Parlamentarios y el Gobierno han expresado su interés en recibir una misión de @UNHumanRights.”


De acuerdo con el Instituto Nacional de Derechos Humanos de Chile (INDH), un organismo estatal pero autónomo de los demás poderes, hasta las 10 de la noche (hora local) de este jueves se habían registrado más 550 personas heridas, de las cuales 295 recibieron impactos de armas de fuego. Dicho organismo había iniciado 67 acciones judiciales, incluyendo 5 querellas por homicidio, 12 por violencia sexual y 36 por otros tipos de abusos.


Por su lado, el presidente Piñera propuso una reunión con líderes de la oposición para poder generar un “nuevo contrato social” donde la desigualdad social se viera reducida a niveles mínimos; esto mientras decretaba que el país estaba en una guerra contra los protestantes, a quienes se refiere como “delincuentes”. A su vez, las sentencias contra los detenidos se han visto incrementadas en severidad, al igual que la violencia de parte militares. Esta última ha sido justificada por el gobierno como una respuesta justa y equivalente al nivel de violencia de parte de quienes participan en las protestas alrededor del país.


Contrastando las declaraciones que el gobierno ofreció sobre la violencia de la milicia hacia los civiles. Se han filtrado en internet imágenes y videograbaciones donde los pacos, como se le llama a la policía en Chile, atacan violentamente hasta a los protestantes pacíficos. Y exponiendo la falta de información en los medios de radio y televisivos, los chilenos se unen a través de internet para seguir difundiendo y subiendo información de lo que realmente viven en su país, para que sus compatriotas y gente del mundo pueda observar cómo está la situación.

Autores: P Espinosa, Daniela Pérez y Andrea Lópezcomo himno de las protestas al cantautor chileno Víctor Jara y su canción “El derecho de vivir en paz”, pues el mismo Jara fue víctima mortal del golpe de estado de 1973. Maestro, músico, compositor y opositor, así fue Víctor Jara, quien es ahora el máximo representante cultural e inspiración de la esperanza en Chile. Porque, aunque la revolución se viva al ritmo de cacerolazos o al calor de edificios en fuego, los chilenos tienen el derecho de vivir en paz.

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